Daniel de Hevia (Madrid, 1984). Es licenciado de Bellas Artes por la Universidad de Castilla-La Mancha de Cuenca (2013), Técnico Superior en Artes Gráficas y Diseño en Ilustración por la Escuela de Arte Nº 10 de Madrid (2005).
A trabajado en varios centros culturales, academias de arte como profesor/monitor de dibujo y pintura e institutos de secundaria como profesor de la especialidad de Dibujo.
He participado en exposiciones colectivas en las galerías Tres por Cuatro Moon (Madrid), Factoría de Arte y Desarrollo (Madrid), Abierto Theredom (Madrid), Kanoko Espacio Cultutal (Cuenca), A de Arte (Zaragoza), Galería Pilares (Cuenca), en la Fundación Antonio Pérez (Cuenca) e individualmente en el Centro de Arte Tomás y Valiente (Fuenlabrada, Madrid).
“Haciendo de la necesidad virtud”, he cogido la idea del gabinete de curiosidades, ya que encaja perfectamente con mi modo de crear y producir, modo que habitualmente se consideraría como improductivo y disperso, porque desdeña una forma de trabajo más sistemática y clásica pero también más tediosa y mecánica, centrada en llevar de principio a fin una sola idea, proyecto o serie, por otra forma mucho más disfrutable y creativa, que va intercalando indistintamente varios proyectos simultáneamente, que van creciendo, poco apoco, de forma paralela, y que, llegado el momento, pudieran funcionar perfectamente de forma independiente.
Tengo dos líneas de trabajo principalmente:
Meta-arte
En esta línea de trabajo el arte académico y la vanguardias se entremezclan para hablar de la historia del arte y sus iconos, así como mis filias y fobias dentro del mundo del arte. En definitiva, una visión a veces entusiasta y otras irónica-sarcástica de este campo.
Diario de un artista
Mi otra gran línea de trabajo se vincula con mi trayectoria vital como artista, desde mis años de estudiante a la actualidad. Es efectivamente como un álbum que muestra el paso del tiempo y un retrato generacional que humaniza y desmitifica a quienes dedican su esfuerzo y sus inquietudes personales a crear eso que se denomina “la obra de arte”, creando de esta manera una nueva mitología de lo cotidiano.